A partir de 2006 y hasta 2012, Antonio Krell se aboca a la pintura de parejas en trance sexual en una serie que titula EROTIKA. Un tema ligeramente incómodo en el contexto de una sociedad que se quiere conservadora en estos asuntos en público, mientras se deja invadir por la exacerbación online en privado. Las pinturas de esta serie son intuitivas antes que clínicas, extáticas antes que explícitas, y se desglosan desde la exploración curiosa antes que del agotamiento de un manual de posiciones. Sustentada en asumir la libido como un atributo humano, la serie experimenta en en plano técnico con la digitalización de pinturas matrices que luego imprime como base para variaciones sobre un mismo tema.